3 jul 2013

Hi (Carta con destino anónimo #1)



Son las tres de la mañana, no puedo dormir. Me levanto cansado y moribundo. Busco algo que leer pero eso no ocurre, no tengo libro el cual no haya deleitado mis ojos. Enciendo un cigarrillo y me acuesto, siento un estremecimiento de tristeza, pereza, frustración. Siento como la vida me aprieta, no tengo rumbo, trabajo, proyectos… paro de pensar. Camino por mi departamento y de nuevo viene a mí ese sobresalto.

Lloro, no sé qué hacer, no sé qué no hacer. Cada palabra que dije me sentencia, cada silencio aumenta el grito de mi interior. Todo se derrumba, estoy en el peor momento de mi vida.

Miro el cuadro que me regalo el novio de mi madre, miro los dibujos que pinte en mi habitación. Ojeo nuevamente en busca de lectura nueva, la cual ya se hace mucho tiempo no existe. Apago la colilla y enciendo otro.

Me rio y no entiendo por qué, tal vez es puro masoquismo inconsciente pero yo creo que es ironía.

Cada persona tiene su lugar en el mundo y yo no lo tengo, mis amigos tienen pasiones y yo las perdí. Cada individuo que camina por la calle por más tarde que sea tiene una ambición. Llegar a su casa, ir a un bar a ahogar penas, mirar la luna aunque suene estúpido, otros tan solo están ahí, por gusto, por ambición para sentirse vivos.

Sé que no soy perfecto, de hecho creo todo contrario. Me he confundido sin embargo existe el perdón. ¿Pero quién me tiene que perdonar, mis padres, mis amigos o yo? ¿Qué tengo que perdonarme? Saber que lo que estudio no me llena, ser escaso de requisitos para conseguir un buen empleo, yo más bien creo que es por no tener un anhelo, por no tener esa sensación de sentirme vivo.

Miro el reloj y tan solo pasaron 5 miserables minutos. La noche se presenta extensa, pesada y encima la velocidad del tiempo no ayuda. Cada minuto parece ser lo próximo a la eternidad. Se presenta engrandecido mi presente como la inmortalidad, la lentitud indefinida.


Me arrojo en mi cama tratando de encontrar el sueño como si fuera alguien que se escapó de mí y no quisiera volver, cierro los ojos, mañana será otro día no lo puedo evitar. Cada momento puede pasar lenta o rápidamente, pero lo que no puede dejar de hacer es de pasar, como yo tampoco dejar de buscar una respuesta y así es como me duermo, abrazado a mi almohada, con la tele prendida, la soledad recostada junto a mí y esa sensación invadiendo el espacio de mi pequeño departamento. 

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