7 dic 2020

Las tres damas

Me acompañan cada día, desde el momento en que despierto, hasta cuando mi cansancio dice basta. Me doblan la espalda y el alma, pero ignoro el dolor que aumenta poco a poco. Se sientan a mi lado y me respiran en la nuca cuando intento sacar lo mejor de mi. Las llevo a todos lados, aunque se esconden detrás de la sonrisa y mis chistes. Esas son las tres damas, mis fieles acompañaste, que no podes ver ni escuchar. Eclipsan el día, se insertan en los huesos y los pensamientos. Me llevan a los peores lugares, aunque todavía no fui a ellos. No se como ahuyentarlas, como deshacerme de ellas, ni el éxtasis camuflan su presencia. Me recuerdan los retazos que quedan de mi presencia, de como me desvanezco y me olvido de lo que ya quedo muy lejos. No tienen piedad por nadie, asustan hasta los peores temores. No me dejan vivir ni morir en paz. Están saboreándome pero no terminan de devorarme. Leen la historia sin fin, hasta el fin, de corrido. Me quitan mi mejores armas y las usan en mi contra. Tratan de ayudarme a no ayudarme. Se van solo por instante, cuando la ignorancia del presente se me presenta. Las tres damas son así, dan, quitan, embellecen, secan, toman del mismo rio donde antes bebían otros. No se cuanto mas tiempo las aguante, cuanto pueda tolerarlas, no lo se y eso me asusta. Son lo opuesto a la jungla, son el desierto, son lo opuesto al poder, son la impotencia. Son ellas o yo ¿O somos?

 



2 ago 2018

Lo que esconde la llanura




Después de la neblina, cuando poco a poco el paisaje se va disipando, la llanura se presenta ante mis pupilas. Es un poco idiota pensarlo de esa manera, porque ella no llego hacia mí, totalmente lo opuesto, he llegado sin darme cuenta. Lo primero que siento en este lugar, ademas de quietud, silencio y un peligrosa paz que me rodea, es un titubeo que recorre por mi mente y no puedo dejar de repetirme la misma pregunta: "¿Que se esconde detrás de la llanura?".
A simple vista no percibo ninguna contingencia. Un poco lejos pero con una claridad indiscutible se ven algún que otro grupo de arboles. Nada esconden, no existe forma. El horizonte no desvela mucho más, es mi alcance y después el cielo infinito. Un déjà vu me interrumpe, sin embargo no me pierdo en esa fachada de falsedades. Estoy completamente seguro que nunca estuve aquí. Decido avanzar, pasa el rato, los segundos, minutos, horas, días, semanas, meses. Llego hasta el año vagando y nada cambia. El confín sigue ahí, inquebrantable. 
Recorrí demasiados lugares: subí montañas, baje y también caí de ellas, estuve en los pozos más profundos, hasta en islas remotas. Todas las sensaciones en cada lugar eran buenas o malas, y de todo se aprende, cada sitio en algún punto revela su enseñanza. Ya sea en el comienzo, durante o al final, empero, al no recordar el principio, la ausencia del cambio en el ahora y un término que parece tan incierto como es el mismo punto de partida, me quedo perplejo.
Recapacito las huellas de lo sensible: la quietud, el silencio y la peligrosa paz. Ninguna me aterra, aunque, tampoco me alegra. El vació empieza a llenarme, ¿Sera aquello entonces? ¿El vació?. Cuando algo es tan intangible en su forma física, emocional y temporal, ¿En que plano se revela? ¿Existe realmente? o es una "no sensación" que siento pero no tengo forma de comprobar. El sol se esconde nuevamente, el firmamento nace, sigo observado como quien mira sin enfocarse. La llanura sigue escondiendo algo delante de mi rostro, no se si lo estoy afirmando o es un interrogante, en algún momento lo sabré.

10 may 2018

Saltar el charco

Precisamente hoy que estamos en estos días encapotados de Mayo, en los que la lluvia cae a no mas poder, acuden a mi recuerdos de crío cuando caminando por la vereda con mi mama hollaba un charco terminando totalmente empapado y con las medias helándome los pies. Mi mama me decía: "Los charcos tenes que saltarlos." y un poco de razón tenia, el frió y el agua no van mucho de la mano.
Un poco mas de grande, ya sabiendo lo que tenia que hacer, no había charca la cual pisara y me mojara. Sin embargo, un día tras saltar, el terreno no era muy bueno para aplacar mi descenso y termine cayendo al suelo. Me raspe la rodilla y ella me dijo: "Antes de saltar el charco tenes que ver como está del otro lado." y otra vez volvía a tener razón.
Cuando tenia cerca de diez años cruce el primer gran charco de mi vida, el Atlántico. Viví cerca de dos años del otro lado pero finalmente no todo derivo como se esperaba, te podes raspar la rodilla incluso después del salto y su caída. Así que termine volviendo, cruzando nuevamente ese inmenso océano. Mucho tiempo fue en el que me pregunte ciertos "¿Porqué?" a todo lo que había ocurrido y realmente jamas los encontré. Así que termine deduciendo que no basta solamente "Saltar" y "Y ver como está el otro lado", a veces las cosas simplemente "No resultan" y que hay que estar preparado para que las cosas salgan bien, por así decirlo, y un poco razonable como lo que me decía mi madre me sonaba.
Ahora a mis veintí y monedas, después de haber cruzado el charco más gigantesco de todo el planeta del cual realmente me lleve mucho más que un raspón en la rodilla, uno se sentiría un poco confuso. De hecho lo estuve bastante tiempo, pensando en que los charcos no se saltan o no son lo mio, que prefiero mojarme o mofarme. Pero quedarse en el mismo lugar no sirve de nada y cagarse de frió con las medias mojadas tampoco. Que no importa si el charco es pequeño o gigante, y aunque sepa "Saltar", aunque sepa "Como está el otro lado", aunque "Este preparado", y aunque no suene muy razonable, lo que si lo es, es que saltando el charco muchas veces se pierde, pero siempre se aprende.




18 abr 2018

▏Lα cuevⒶ dε Est❂colm◉ ▏




Tras un largo tiempo, no sé exactamente cuanto para ser preciso, voy poco a poco marchándome de esta hedionda cueva en Estocolmo. Parecen eternas y a la vez lejanas las noches en las cuales he aprendido a ver en la oscuridad. Hoy resulta todo muy claro aquí adentro, como los hilos de araña que al principio pensé que solo eran cuerdas del hado intentando mantenerme dentro. Confundido logre entender, que los hilos formaban una gran red, todos están conectados y llevan al centro, del cual es arduo salir y por cretino he caído en varias oportunidades.
Ahora que el olor del pasto empieza soplar y vuelven a mi los recuerdos, algunos borrosos, me pregunto si fui yo o fue alguien mas el que logro aprisionarme en este antro. Si de tanto estar aquí logre convertirlo en mi hogar o fue solo la mejor defensa contra el recelo de no poder hacer nada. Las preguntas van perdiendo valor con cada zancada que doy, intuyo que no tiene importancia el pretérito que no puedo cambiar. 
Aunque estoy casi apunto de salir y el camino hacia el exterior parece muy cercano, sé que sera difícil. También sé que creo estar preparado y por demasiadas cosas: Por abrirme ventanas donde solo veía paredes, por la tizona que hoy porto, por las cicatrices que llevo con vanidad y por todo lo que me enseño este sabio agujero. 
Sera entonces ahora, cuando las tinieblas desaparecen y un helado amanecer me encandila desde fuera, la ultima prueba la cual me tenia preparado la cueva... salir de ella. 

28 feb 2018

Al mismo lugar



Hoy volví al mismo lugar, un poco para recordar que las despedidas no son tan tristes. Para vaciar las petacas de la mala leche que llevaba en el alma. Torne al comienzo del fin para seguir buscándole el remate a este chiste negro, para sacarle astillas a la aspa que llevo con un orgullo muy melodramático. Hoy volví por un instante a ese día, aludí que ningún rió seco carga su fama por siempre. Retorne a las cosas inquebrantables que se quiebran en el abismos y a las preguntas sin respuestas que cada tanto me hago. Hoy que volví, que parece tan ayer, me pedí una infusión de recuerdos, siempre con tres de edulcorante para lo acerbo, y así es la vida: pedir la cuenta porque no hay más nada que pedir. Me acorde que ya estoy cansado de tirar los dados del destino. Tachenme la doble y lo que quede, ya no juego mas con mi suerte dependiente. Hoy volví y me di cuenta que irme no es tan malo, y quedarme tan poco. Que no existen grises, que algunos van a por toda y otros a por donde puedan ver menos. Regrese y me salio escribir, porque parece ser la mejor panacea, desangrarse hasta los huesos. Volví porque no había vuelto como me fui, para no retornar como regrese, para irme como yo quiera y zarpar cuando el viento sople solamente en proa.