Humildad y orgullo, dos polos opuesto, tan distintos, tan separados uno del otro pero al mismo tiempo tan atados, tan conflictivos. Ser humilde es un peso, es un problema, porque de serlo tanto uno empieza a sentirse orgulloso. Nadie te puede quitar tu arrogancia por tu demostración de modestia, y aquí entro en confusión si lo que digo es bueno o malo. Tomamos a la humildad como positivo y el orgullo como negativo, pero juntos no entiendo que seria, parece imposible que estas dos acciones puedan bailar juntas una misera pieza de Johann Bach, juntos girando al compás de la música seria como ver la belleza más imperfecta, admiraríamos tal desorden pero si nos pidieran una critica u opinión sobre la danza quedaríamos mudos. Mi vida es algo parecido, es una contemplación de una penosa alegría, de alguien que a pesar de sus horrorosas cicatrices las carga como si fueran medallas.
Puedo decir entonces, aunque cueste y duela: "Si de algo estoy orgulloso es de haber sacado una sonrisa para los demás cuando no sabia de donde sacarla para mi mismo."
Lo digo con una lagrima en mi ojo izquierda y una sonrisa en mi boca. Y si, la humildad y el orgullo bailan la pieza de Bach, eso es lo único que se puede demostrar al verlo, una lagrima y una sonrisa, porque demasiada humildad es orgullo y ese orgullo es tan humilde como esa pieza.
No estoy contestando a mis dudas, pero las estoy quitando poco a poco con mi humilde arrogancia.
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