18 oct 2017

1/4



A vísperas de este cuarto de siglo, donde la niñez resulta algo tan lejos y las canas nuevas amigas. El tiempo parece haber pasado tan rápido y tan lento en ciertas ocasiones, he sabido dominarle en algún momento, en esos cuando me prendo un cigarrillo y me siento en un banco verdugo a pensar, a sentir. Como en el Central Park, El Albert o alguna playa olvidada de Bombinhas, siempre acompañado de un buen café. De esos que con el tabaco, en una fusión en la boca, se transforman en el peor de los alientos, y no hablo de olores, mas bien de una terrible bocanada del desconcierto. El mundo se siente pequeño y gigante en aquellos lugares, y es que todavía los huelo, como si fueran esa pizza que estoy recalentando en este preciso momento en el microondas de mi casa. Son solo seis metros los que me separan, pero el aroma de esa masa chiclosa que tanto me gusta, parece estar al lado mio. Y es que es así son los recuerdos, resultan lejos, en el tiempo y el espacio, pero se me cuelan, los tengo soplándome la nuca. Me soplan, pero no me incomodan, porque los recuerdos son como los tatuajes, aunque caben en otra dimensión. Los dos quedan grabados en una parte de nuestro ser para nunca más poder ser borrados, para cada tanto o cada mucho poder mirarlos, poder ver lo que dolieron, lo que disfrutaste, te dejaron y que significado tienen para uno. No soy capaz de trasladar los tatuajes del alma a la piel, solo algunos he podido. Como los países que pise, las letras de las cuatro personas más importantes de mi vida y los seres que siempre amaré. Al final, los miro, y me doy cuenta que dolió. Esas horas que pase tirado en una camilla, aceptando ser acribillado por las agujas que insertaban tinta en mi piel, si, dolió. Así pasa con los recuerdos. Pero también me llenan de orgullo, me doy cuenta que a estos pocos días de mis veinticinco viví mucho más de lo que viven otros en cien. No es que la experiencia tenga un limite, pero mierda que llevo el tanque bien cargado y estoy dispuesto a ir por más. Porque es verdad, una mochila llena pesa, pero mientras más preparada este esa mochila, mientras aprendas a soportar el peso de ella. Querido amigo, esa mochila, te llevara más lejos que viajando sin llevar equipaje.

No hay comentarios:

Publicar un comentario