10 oct 2017



Me di cuenta en un momento de mi vida que debería estar prohibido que otra persona te haga más feliz de lo que uno mismo se puede hacer. ¿Y que tiene de malo esto? Mucho, principalmente que si nos acostumbramos a que el resto nos “llene” más de lo que uno puede “llenarse”, en cualquier momento de soledad absoluta no nos bastaríamos y el reflejo de nuestras vidas se volvería automáticamente una mierda. No es que lo sea pero quien pone en juego su felicidad en las manos del resto tiene que aprender que el dolor es un resultado casi asegurado. Y no, no es que la gente te lastime, simplemente deberíamos hacernos responsables de nuestra felicidad, de la máxima, para que el día que nos decepcionen los golpes no duelan tanto. La culpa es de uno mismo, no hay a quien echarle la culpa. Querer dejarle el peso de la melancolía a quien nosotros creemos culpables es solo una pérdida de tiempo que mientras más pasa sigue hace que siga creciendo. Uno solo puede cargar los muertitos del pasado para enterrarlos... ¿donde queda el cementerio de los recuerdos mal vividos? No lo sé, depende de uno, pero no descansan en cualquier tumba. Nos creamos nuestras propias guerras, donde no hay nadie más que uno, para luchar contra la nada. Para sentir que peleamos, cuando en realidad lo único que podemos hacer es rendirnos.


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